El fantasma perverso y la Perversión: semejanzas y diferencias
- Capitón
- 30 ago 2020
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INTRODUCCIÓN
El interés del psicoanálisis por la perversión data desde sus orígenes en la medida en que Freud, pensó a la sexualidad, y a la pulsión, como perversa. A lo largo de su elaboración teórica-clínica se constata un esfuerzo permanente por diferenciar a la sexualidad neurótica, perversa, pero reprimida; de la perversión en cuanto tal. Para Freud la neurosis reprime la sexualidad perversa, encontrando expresión en los síntomas y en las fantasías confesadas por sus pacientes en el análisis. Fantasma perverso en la neurosis queda diferenciado, de este modo de la perversión que encontrará su mecanismo específico en 1927.
Freud y la perversión
Para comenzar a definir la perversión, hay que tener en cuenta un concepto clave: la sexualidad sin caer en reduccionismos. Con sexualidad no se hace referencia al encuentro entre dos cuerpos; tampoco a lo concerniente a la genitalidad, Freud va a decir en 1910: “Nosotros consideramos como pertenecientes al terreno de la sexualidad todas las manifestaciones de sentimientos tiernos que provienen de la fuente de emociones sexuales primitivas. “[ ...] Utilizamos la palabra 'sexualidad' atribuyéndole el sentido ampliado de la palabra alemana lieben (amar) [...]" (Freud, 1910, 217).
La perversión en la obra de Freud: primer momento: antes de “Tres ensayos de una teoría sexual” (1905)
Antes de los “Tres ensayos de una teoría sexual” (1905), la perversión no es el principal interés de Freud. Si bien Freud tenía ciertas dudas acerca del diagnóstico de sus pacientes que informaban ser seducidos por adultos, nunca perdió el foco de atención en estudiar las consecuencias que un adulto seductor, había provocado en las histéricas. La primera teoría de la seducción considera a la histérica como alguien que ha sufrido de manera pasiva y displacentera los efectos de un adulto perverso. Será en la Carta 69 (septiembre 1897), a Fliess, donde dará cuenta de un nuevo descubrimiento, escribe: “ya no creo más en mi neurótica”. Con esto, abandona la realidad efectiva (la certeza de que hayan sido efectivamente seducidas), ya que la perversión debería ser más frecuente que la histeria; dando lugar a la realidad psíquica. Además, en el inconsciente no hay un solo signo de realidad, el mismo confunde realidad con ficción. A partir de este momento la fantasía comienza a ocupar un lugar central en las elaboraciones freudianas.
Segundo momento: La perversión en “Los tres ensayos sobre una teoría sexual” (1905)
Los tres ensayos le servirán a Freud para encontrar una explicación a la sexualidad humana. Freud comienza por el estudio de las perversiones (primer ensayo), para luego continuar por el análisis de la sexualidad infantil (perversa y polimorfa, en el segundo ensayo); y llegar, finalmente, a la metamorfosis de la pubertad (tercer ensayo). En el primer ensayo denominado “Las aberraciones sexuales”, Freud estudia las perversiones. En este texto indica que las pulsiones, no tienen un objeto determinado, este empuje constante tiene varias salidas respecto al objeto. En este mismo ensayo, explica dos tipos de desviaciones: a) una con respecto al objeto sexual, reflejada en los “invertidos”; aquí es donde la perversión juego su papel fundante al referirse a las pulsiones y el objeto, las cuales no son innatas, ni adquiridas, sino que hay una “soldadura” entre estas y b) desviaciones respecto a la meta, en este punto se ve como el fantasma perverso juega su propio juego, la pulsión no es una unidad cerrada, tiene diferentes destinos. Con esto se hace referencia al concepto de sexualidad ampliada, no se sexualizan los genitales, sino todo el cuerpo; los objetos no son fijos y la pulsión puede mudarse a diversas metas, en cambio, si la pulsión adquiere cierta “exclusividad” o “fijeza” con respecto a un objeto, estaríamos autorizados a hablar de perversión. Las pulsiones son siempre parciales, las encontramos en las psiconeurosis y por eso tenemos que pensar a la perversión desde el fantasma. La apuesta de Freud fue introducir “Pegan a un niño”, para pensarla. La relación entre perversión y neurosis quedará resumida en “la neurosis es, por decirlo así, el negativo de la perversión” (Freud, 1.905; pág. 150). Con ello Freud señala que la perversión implica la exteriorización de la sexualidad perversa, mientras que en la neurosis se expresa mediante la fantasía y los síntomas.
Tercer momento: pegan a un niño
“Pegan a un niño” (Freud, 1919) es una fantasía que Freud toma de sus pacientes. Buscaba encontrar la génesis, el surgimiento de la estructura perversa; para eso toma al fantasma y lo desarma. El detalle de este texto es, que los relatos no venían de sujetos perversos, sino de neuróticos. Dicha fantasía estaba investida de sensaciones placenteras para los sujetos, que vivieron en un determinado momento o se repetía en la actualidad de cada uno de ellos. Esos sentimientos placenteros son tales, que llevan a una satisfacción onanista. Hay una diferencia importante con respecto a la misma: lo que al sujeto neurótico fuerza al pensamiento, en el perverso empuja al pasaje al acto. Fantasma y síntoma, son distintos a pesar de tener características análogas, “el síntoma es aquello de lo que se lamenta con facilidad el sujeto, por el contrario, el fantasma es aquello cuya confesión puede torturar. En un caso la palabra es fácil, los juegos significantes abundan; en el otro, el silencio.” (Castanet, 2014, 39). Freud insistirá en el carácter de fijeza de esta fantasía, en la vergüenza que produce contarla y en la satisfacción que lleva aparejada. Señala también la separación de la misma del resto del contenido de la neurosis y la importancia de volver a historizarla en transferencia.
Cuarto momento: Fetichismo
Con este texto de 1927, Freud descubre el mecanismo fundamental de la perversión. El fetiche representa el sustito del pene, del falo de la mujer (su madre), en el que el sujeto ha creído y no quiere renunciar. El objeto fetiche es un objeto que tapa la castración materna, y al mismo tiempo resguarda que se ha visto la castración. Para Freud sólo se vuelve efectiva la amenaza cuando el niño capta la castración de la madre; desmentir (verleugnung) dicha castración, evitar la angustia de la misma.
Lacan y la perversión
Para el estudio de la perversión, Lacan relee a Freud en su texto “Pegan a un niño” (1919), donde se refleja el fantasma perverso en las neurosis. El foco de atención se encuentra en la ya mencionada frase de Freud “la perversión es el negativo de la neurosis”, como si ocurriera una fijeza en etapas previas al Complejo de Edipo, en las cuales las pulsiones parciales quedaran unidas, estáticas, y la perversión sería la prueba de la falta de elaboración de las pulsiones. Lacan sostiene que no podemos definir a la perversión como aquella estructura donde la pulsión está al desnudo, mientras que en la neurosis no se la reconoce. Al contrario, desarrolla la concepción a partir de estas afirmaciones de que una perversión, también se perfila en los caminos de la represión, la elusión de algo que se encuentra articulado, se sabe que existe, pero es intolerable para el sujeto. Hay que aclarar que, en la perversión se hace evidente la pulsión, pero como un signo, de manera parcial, como un elemento desprendido. Lacan hará una observación con respecto a las distintas formas que va tomando el fantasma en dicho texto; lo explicará en El seminario cuatro “La relación de objeto” (1.956-1.957), donde va a situar en el esquema “L”, la situación del fantasma “PEGAN”. El fantasma aparece entonces, como aquello que está excluido para el sujeto, pero que está presente en todos sus síntomas, testimonio de todos los elementos significantes de la relación con el Otro. Se produce una reducción de lo simbólico (donde se ha eliminado el sentido de la estructura intersubjetiva), a lo imaginario, donde la imagen es revalorizada (cargada con las satisfacciones libidinales que la escena tiene), quedando la huella implícita de la implicancia que tiene el significante en la escena con el sujeto. Lacan sostiene, mediante la transferencia, se podrá volver a dialectizar la imagen en lo simbólico.
El acto perverso
Lacan afirma que un sujeto neurótico puede tener una perversión transitoria, sin ser realmente un sujeto perverso. Cuando algo de lo real, irrumpe, puede suceder que se dé una proyección de lo simbólico en lo imaginario y provoque una perversión transitoria. En El seminario 10 “La angustia” (1.962-1.963), toma un caso de un joven, decidido a iniciar una relación real con una mujer, y para eso, se coloca en posición de ir a demostrar “de qué es capaz”. Para lo cual, se coloca frente al paso de un tren internacional, y en el momento en que dicho tren pasa frente a él, se destapa y muestra su miembro viril. En lo simbólico de la situación, se encuentra la frase “de qué soy capaz”, pero automáticamente con dicha escena de exhibicionismo, se produce una degradación a lo imaginario. La escena perversa, por ser una escena, es considerada como transitoria, porque ocurre una sola vez y lo realiza en un momento específico, en cambio, si se cristalizara, hablaríamos de una perversión estructural.
La perversión como estructura
Para el estudio de la perversión como estructura se tomó como referencia la inversión del fantasma planteada por Lacan en El seminario 10. Para ello, se comenzará por una breve definición del fantasma comentando su constitución en la neurosis, para luego abordarlo en la perversión.
El fantasma
Para desarrollar el concepto de Fantasma, se tomará el texto de Miller “Dos dimensiones clínicas: síntoma y fantasma” (1.989). En él, lo define como un axioma fundamental, inamovible, estático que representa dos cuestiones: primero, el deseo del Otro; segundo, una falta en el campo del significante. Este es el motivo por el cual posee una resistencia a la intervención del analista, al ser el mismo una falta directa en la representación del significante en el campo del Otro; matema que Lacan representará con el A barrado.
El final de un análisis, estaría enfocado en el cambio de posición, en el que se encuentra el sujeto frente al fantasma fundamental. Esto lo diferencia del síntoma el cual es dinámico, y porta un enigma, motivo de análisis. El fantasma se construye en el análisis, el síntoma se interpreta. El fantasma se le presenta al sujeto de manera transparente, como si su lectura fuera inmediata. En el texto escrito por Freud “Pegan a un niño” (1.919), el paciente enuncia la frase, llegando a un tope, donde luego de eso no sabe más nada. Ese “no sé más” es de suma importancia ya que corresponde al matema del significante de la falta en el Otro; Representa la acción fantasmática misma.
Para pensar el fantasma en las neurosis (histérica – obsesiva), se tomó a la autora Graciela Kait en su libro “Sujeto y fantasma. Una introducción a su estructura (2.006); donde enuncia “(…) en el grafo, en el 2° piso, el deseo se sostiene en el fantasma, así como en el 1° piso el yo -m- se sostiene de la imagen especular -i (a). De lo que se trata, entonces, es de poder ubicar el fantasma del que estos deseos, imposibles e insatisfechos se sostienen, dado que el deseo se sostiene en el fantasma.”. (Kait, 1.996, pág. 180). Con ello, la autora señala que el fantasma es la respuesta del sujeto frente al encuentro con el deseo del Otro, respuesta que supone un soporte al deseo.
El fantasma en la perversión
Para representar el fantasma en la perversión, Lacan invierte su fórmula fantasmática, colocando al objeto a, por delante del sujeto barrado.
La perversión es una modalidad de deseo, que se manifiesta como goce en la medida que pretende restituir el goce perdido al gran Otro, es decir, el perverso se colocaría como objeto en el campo del Otro, para completarlo. “La letra a en el lugar del sujeto -en la fórmula del fantasma perverso-, tiene que ver con lo que se dijo al comienzo: el sujeto se hace instrumento del goce del Otro. Se plantea no la castración en el Otro, sino la falta de goce en el Otro, y por todos los medios trata de restituirlo -a ese goce- y de ahí que se haga su instrumento” (Kait, 1.996, pág. 198). Para explicar esto, se puede tomar al masoquismo. Lacan va a decir que el masoquismo es el paradigma fundamental de la perversión. El perverso busca volverse el agente de la angustia del partenaire, y eso incluye al masoquista, aunque vaya en contra del sentido común que haría creer que el masoquista sufre y el Otro goza.
Conclusión
Desde los comienzos del psicoanálisis la perversión ha sido un tema central. Uno de los principales aportes freudianos, fue el descubrimiento de la sexualidad infantil perversa y polimorfa. Ello motivó su interés en el estudio de la perversión como aquella categoría presente en la sexualidad neurótica. Aprender de la perversión, para comprender la sexualidad adulta; estudiar la sexualidad neurótica, para aprender sobre la perversión (como sucede con “Pegan a un niño”). Hay un esfuerzo y un trabajo insistente y arduo por separar ambas estructuras, una dificultad propia a la pulsión en tanto siempre perversa. En los tres ensayos Freud reconoce que los síntomas neuróticos ponen de manifiesto la perversión neurótica; pero por otro lado, la fijeza de ciertas prácticas, hacen de la perversión una estructura delimitada. Es con “Fetichismo” (1.927), que la perversión encuentra su mecanismo propio, diferente a los mecanismos de la neurosis. Lacan, en su eterno retorno a Freud, insiste en no pensar a la perversión como la pulsión al desnudo. Su esfuerzo reside en demostrar que se trata de una reducción de lo simbólico a lo imaginario, que puede estar presente en la neurosis (acto perverso o perversión transitoria). Tal como Freud, sostiene que hay perversión en las neurosis. Reserva a la perversión como estructura la posición del sujeto en el fantasma. Mientras el neurótico se constituye como sujeto barrado en relación a un objeto, que responde a la castración del Otro; el perverso trabaja para producir dicha castración, ubicándose en el lugar del objeto causa.
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